El horror de la guerra, las dictaduras, la crisis climática, la pobreza y persecuciones étnicas, religiosas, raciales y políticas obligan a millones de personas a dejar su vida atrás y salir en busca del futuro en otras latitudes. Esta dinámica, que es cíclica, es capaz de sacar a relucir lo peor del ser humano (el que no da la bienvenida), pero también lo mejor. Hoy hablaremos de lo mejor.
La fraternidad entre pueblos tiene como marco normativo, en el caso de España, el “Sistema de acogida e integración para solicitantes y beneficiarios de protección internacional, del estatuto de apátrida y de protección temporal en España”. Esta estrategia integral, formalizada por el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, es gestionada por diferentes organizaciones no gubernamentales: una de ellas es ACCEM Valladolid.
Diego Cebas Lapeña, coordinador provincial de la institución en Valladolid, confirma un crecimiento bastante grande en los últimos años de la población refugiada y en acogida, “reflejo de la situación en el mundo, cada vez más complicada”. Al mismo tiempo, explica el trabajo sereno para amparar a este colectivo, mucho más corriente y mundano de lo que los vecinos se imaginan.
Actualmente, ACCEM Valladolid cuenta con doscientas plazas de acogida. Emigran, cuenta Diego Cebas, “con urgencia, sin recursos”. La asociación trabaja en la integración de estas personas en la vida social de la provincia: desde la recepción y el primer asesoramiento jurídico hasta la asesoría laboral, pasando por la enseñanza del idioma y el apoyo psicológico (“mochilas del trayecto que han tenido que vivir”, señala Cebas).
“El perfil de la población en acogida es mayoritariamente latinoamericano: sobre todo Venezuela, Colombia y Perú”, señala el coordinador. “La primera puerta de entrada en España es y seguirá siendo el Aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas”. Eso sí, desde 2022 ha habido una acogida enorme de ucranianos, “en tiempo récord y sin mayores aspavientos. Por eso sabemos que en el caso de Canarias lo que hace falta es voluntad política y social. Nosotros venimos haciendo ese trabajo desde hace décadas de manera silenciosa y sin ningún tipo de problema”.
Obviamente, la imagen de las pateras, como reconocen desde ACCEM, “es visualmente muy fuerte”. Sin embargo, “más allá del lado humano, es un número muy pequeño de personas, perfectamente gestionable por un país de 47 millones de habitantes, libre y democrático. Es una cuestión de solidaridad, de dignificar la vida”.
De los inmigrantes llegados a Canarias en los últimos tiempos, ese asunto que tanta polémica estéril levantó en su momento, con multitud de desinformaciones teledirigidas, todavía ninguno ha sido trasladado al campo de acción de ACCEM Valladolid. En los últimos meses de 2023, por su parte, llegaron cuatrocientas personas, en una acogida temporal que no llegó a noventa días. “Una experiencia llevada a cabo sin problemas, con gente que lo único que quiere es empezar una nueva vida y estar tranquilos”. Para ellos, se utilizaron alojamientos tanto en Medina del Campo como en Valladolid, espacios cedidos por las administraciones públicas o por particulares.
Antes de realizar las labores de coordinación, Diego Cebas ejerció de abogado de protección internacional y extranjería. Tuvo que escuchar durante más de un lustro “historias desgarradoras”, y ver cómo algunos de los muchos requisitos jurídicos bloqueaban avances necesarios: “Mucha gente se queda fuera”.
El actual coordinador de ACCEM Valladolid también fue testigo, afortunadamente, de finales felices tras situaciones terribles, como el de la primera persona a la que atendió que consiguió el estatuto de refugiado: era palestino, huía de la guerra de Siria y consiguió reunificar a su familia en nuestro país (mujer y cuatro hijos).
V.D.L.