A menudo hablamos de sensaciones que navegan entre lo físico, y lo etéreo. Algo así como una especie de verdad que solamente está en nuestra mente, pero que muchas personas como yo llegamos a sentir como si realmente fuera cierta. Hablo de eso que denominan más allá, otro plano, otra dimensión. El caso es referirse a una conciencia superior, cuando el cuerpo se descarna, y deja de estar con nosotros físicamente.
Creo que ir a despedir a una persona que ya no se encuentra en el planeta tierra, con la que no puedes hacer muchas de las cosas que la mente humana llega a abarcar, es una experiencia increíble. No solamente por el gesto, que es de gran nobleza, sino también por el abanico de sensaciones que se notan y que tan solo te las crees tú mismo y quien tenga la sensibilidad suficiente para ello.
Este pasado lunes, en mi estancia por mi pueblo, tuve la gran suerte de poder despedir a un hombre al que he amado, amo, y amaré más que a nadie que se pueda amar, entendido el amor como romántico. Sentí paz, sentí que una sensación que no era de este mundo invadía mi ser.
Me sentí cerca de él. Al final, los sentidos humanos están suficientemente estudiados, pero no sucede lo mismo con la mente, que a saber con qué nos puede sorprender… Sentir lo que no se siente, vivir lo que nadie cree que puedas vivir, percibir algo superior. Eso sucede cuando las energías se chocan y hablan entre sí