En condiciones normales esto nunca debió haber sucedido en Pedrajas de San Esteban, pero lo cierto es que sucedió. Y tal y como sucedió hay que contarlo, empezando por la hora del vermut de esta octava edición del Galán Fest.
El guion no marcaba, por ejemplo que la superbanda Chula (Juanjo Ocio, Sebastián García -Sebass-, Iñaki Rodríguez e Iván Santana) que llevaba ensayando cuatro años, debutara en vivo en Pedrajas de San Esteban, pero los Hula Baby no pudieron acudir a la cita y una cosa llevó a la otra. Suya fue la sesión de apertura y de emergencia en el pequeño escenario del paseo arbolado que lleva hasta el parque Jardines de Castilla.
Resucitan géneros, reinventan estilos homenajeando nuestra historia y nuestra raíz, los orígenes de la música popular hispanoamericana, el folclore en español. Sonaron, entre otras, Dos gardenias, Flamenco (Los Brincos), Angelitos Negros y el material propio que esa misma noche, cuando regresaran a Madrid, estrenarían en la sala Clamores en su presentación oficial.

Tras la paellada (marca de la casa del Galán Fest), The Niftys fueron los encargados de arrancar con la sesión vespertina. Y no era sencillo. La vocalista de los de Albacete, Ana Vallejo, demostró maestría para conectar con los asistentes y animar a un público variopinto, recién aterrizado en el Frontón Viejo (espacio donde están encajados el escenario principal y los puestos de comida y bebida del Galán Fest).
El cuarteto logró con solvencia anticipar el ambiente nocturno mientras todavía era de día. Firmaron grandes pasajes como la brillantísima versión del Come together de The Beatles, Solo quiero pasármelo bien, Un mundo para ti y, sobre todo, el emocionante Siempre vivas, con sonido contundente a cargo de Toño García (guitarra), Fer Morales (bajo) y Ángel L. Carlos (batería).

Tampoco es normal que un tipo como Abstract Artimus, nacido en Florida, criado en Alabama y neoyorquino de adopción, agarre desde Valladolid la N601, atraviese Mojados y en Alcazarén se desvíe por la VP1104 hasta Pedrajas de San Esteban. Pero le gusta hacerlo. Las paredes de ese frontón ya están impregnadas para siempre con los acordes de Dude or die y Scorpio BBQ, o con los aullidos de The gong is wrong, extractos de su último disco hasta la fecha.
Un lujo para una tierra como Castilla y León, con una banda cinco estrellas: Álex Izquierdo (Ángel Stanich, Los Jarabo) al bajo y Mol (bautizado por el propio Artimus como “el marine del rock and roll”) a la batería.

No era una tarea liviana la de Hermana Furia: debían mantener el nivel del estadounidense. Muchos lo habrían considerado un pequeño marrón. Nada de eso. Prueba superada, con creces. Puede que ellos ni siquiera estuvieran pensando en tal cosa.
El combo madrileño formado por Nuria Furia (voz), Edu Molina (guitarra), Pau C. Marcos (bajo) y Tweety Capmany (batería) despliega una energía inspiradora, contagiosa. Su único álbum se titula “Todo mal”, aunque, si todo va bien, con creaciones como Matar a alguien o Morse, tienen muchísimos años de rock por delante. Dentro de poco lanzan su segundo trabajo.

Ya casi a medianoche, cuando los allí presentes comprobaron con sus propios ojos cuál era la propuesta punk de los leoneses Catalina Grande Piñón Pequeño, cabezas de cartel, percibieron que se trata básicamente de batería, guitarra y voz. Pero qué batería, qué guitarra y qué voz. La unión de esos tres factores se convierte en una apisonadora que los aplasta incluso a ellos mismos. Por momentos, la garganta de David Verderón se tiene que enganchar como puede a la velocidad irrespirable de los ritmos de Adrián Cavero y las cuerdas de Richard Majo. Es demasiado vertiginoso hasta para él, habituado a superar todos los límites.
Como concierto, uno de los más divertidos que la mayoría de los allí presentes ha presenciado jamás (por los monólogos y ocurrencias de Verderón); y, como banda, una realidad muy seria. ¿Está pasando esto realmente, aquí, en Pedrajas? Excelsos en todo momento pero especialmente brillantes cuando llegó el turno de Los de la capi, El ofensor del pueblo, Canción de odio, No soy Amancio Ortega y Perros con jersey (que funciona mucho mejor en directo que en el disco).
Canciones todas ellas megabreves, algunas verdaderamente fugaces, pero que consiguen quedarse en la memoria. Porque llevan mensaje y porque llevan mucha calidad compositiva. Como rapea Verderón (sí, también rapea, cuando le apetece): “Meto más letra en un minuto treinta que tú en todo tu puto disco de mierda”.
Frente a ellos, boquiabierta, estuvo prácticamente toda la población joven y de mediana edad del pueblo, todos los que han animado y animan las fiestas locales en las peñas de Pedrajas en los últimos años (¡Dios bendiga a La Legión!), guiados por la asociación cultural Eresmas. Ahora, además de las celebraciones tradicionales, cuentan con un festival de primera división, que siempre acaba en el Café Feliche (DJ Wiker puso el broche final). Un festival que es justo y necesario, salvación para una comarca que, como David Salamanca señala desde el comité organizativo, respira rock y lo consume.
Víctor David López.
Eso es amor al Rick y a los festivales solidarios….