COORDINADORA JUVENIL SOCIALISTA (CJS). Clara Zetkin, una de las impulsoras del primer 8 de marzo, solía ser denominada por el káiser germano como “la bruja más peligrosa de Alemania”. Era la época de la conformación de la Internacional de Mujeres Socialistas de comienzos del siglo XX, que reunía a las mujeres organizadas en los grandes partidos proletarios de la época. Durante décadas, los poderes existentes vieron en el 8M una amenaza a erradicar. Hoy la situación es muy diferente: los gobiernos se lo imprimen en camisetas, folletos y estandartes, lo saludan, lo reivindican. O tal vez no es tan distinta. Las militantes de la Coordinadora Juvenil Socialista (CJS) vemos que las mujeres que se quedan fuera de este 8M institucionalizado siguen siendo las mismas. También en nuestra ciudad. Continúan siendo las brujas más peligrosas de Valladolid.
Las brujas más peligrosas de Valladolid son las mujeres trabajadoras. Entre ellas, las mujeres migrantes empobrecidas representan aproximadamente el cinco por ciento de nuestra población. Sostienen sectores como la limpieza de los hogares, el cuidado de las personas ancianas o los antros de prostitución que deslumbran las carreteras de la provincia. Son quienes desempeñan el trabajo de cuidados en condiciones de aguda explotación y precariedad. Las que sostienen la falsa igualdad de las familias de clase media, permitiendo la liberación de la carga de trabajo doméstico sin transformar la raíz que la sostiene.
También Eli fue una de las brujas más peligrosas de Valladolid, la persona trans asesinada de una paliza en 2018. Las personas trans son uno de los blancos principales de la reacción mundial y de la ultraderecha. Atacarlas es un medio para reforzar los roles e identidades de género tradicionales. Mientras los ataques directos a personas LGTBIQ+ se han incrementado en el último año en nuestra ciudad, las dificultades en el acceso a la salud, la educación y el empleo siguen profundizando el camino hacia la pobreza y la marginalidad de las personas trans.
Fueron las brujas más peligrosas de Valladolid las quince mujeres asesinadas por violencia machista en los últimos diez años. Según un estudio de la Fundación Adecco, el ochenta y uno por ciento de las mujeres víctimas de violencia de género se encuentra desempleada o trabaja en la economía sumergida en España. El setenta y uno por ciento de ellas señala la precariedad como el principal freno a la hora de denunciar. Saber que la violencia es algo que puede afectar a todas las mujeres no es lo mismo que decir que afecte a todas por igual.
Las militantes de la CJS tenemos claro que el día de las mujeres trabajadoras no puede dejar de ser aquello para lo que fue concebido: la organización de esas que seguimos estando fuera del orden. Quien puede terminar con la opresión machista no es “la mujer en general”. Las mujeres en general no tienen unos intereses económicos y políticos idénticos. Si nos centramos únicamente en los problemas que son comunes a todas las mujeres, eliminamos precisamente los problemas específicos de las mujeres trabajadoras en tanto que mujeres trabajadoras, borramos la cuestión de clase.
Por eso el 8 de marzo es el Día de la Mujer Trabajadora. El día de las mujeres con unos intereses específicos y antagónicos a todos los miembros de las clases propietarias. El día para la organización de Eli, de Verónica, la mujer desahuciada el pasado miércoles en nuestra ciudad. De todas nosotras. De las únicas que podemos destruir la propiedad privada, a la que está ligada la opresión de género. Si pueden apropiarse de nuestros símbolos es porque hemos dejado de ser una fuerza relevante. Nuestra tarea es reconstruirla, traer al presente su legado revolucionario. Que se nos siga señalando como las brujas más peligrosas de Valladolid, hasta transformarlo todo.
El 6 de marzo a las 18:00 horas expondremos estas ideas en el aula 1 de la Facultad de Filosofía y Letras. Frente a la reacción, mujeres trabajadoras a la lucha.
Coordinadora Juvenil Socialista (CJS)