Unas ciento cincuenta personas se congregaron a la una y media de la tarde a las puertas de la factoría Saeta Die Casting, en el polígono de San Cristóbal (Valladolid), este viernes 19 de diciembre para mostrar solidaridad, protestar y reclamar la readmisión de los diez integrantes de la plantilla de la fundición despedidos tan solo cinco meses después de la huelga indefinida del pasado verano.
La empresa, según cuentan los trabajadores despedidos, esgrime que sobra plantilla porque ya no hay suficiente producción. Desde el verano “el ambiente en la fábrica ha sido tenso, ha sido de persecución”, denuncian los afectados. “No han respetado el pacto que se firmó en la huelga”. El número de despidos no es casualidad: es la cifra exacta para que no supere el diez por ciento del total de la plantilla y no tener que verse obligados a aplicar un Expediente de Regulación de Empleo (ERE).
Durante los sesenta minutos que duró la concentración frente a la factoría, varios de los presentes pasaron ante el micrófono: “Tienen lo que tienen gracias a nosotros. La fuerza laboral es que lo que los hace estar allí”. Algunos testigos contemplaban la escena desde las oficinas, a través de las ventanas. “¡Y los de arriba, sentaditos!”, se lamentaba un operario que les observaba e intentaba llamar su atención.

La lluvia y el barro de las aceras no frenaron la asistencia y las energías de plantilla, familiares y compañeros. “No hay otra manera: o con la patronal o con la clase obrera”, gritaban los manifestantes, entre banderas de la CGT y pancartas que acusaban a Saeta de no respetar y no valorar a los que llevan tantos años trabajando para ellos.
Mediado el acto, la Policía Nacional pidió la documentación a uno de los manifestantes, por la colocación de petardos y botes de humo que obligaron a cortar momentáneamente uno de los carriles de la calzada. El trabajador se negó a entregar la documentación y se perdió entre la gente: “¡Que hay familias en la puta calle!”, es escuchó, a modo de reproche hacia las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado.
A las dos y media, en cuanto se dio por finalizada la concentración, los agentes insistieron en solicitar la documentación a esa misma persona, que seguía sin atender la petición. El resto de los compañeros de la concentración le arroparon y lo evitaron. Las tres furgonetas policiales acabaron por abandonar la zona sin mayores inconvenientes.
V.D.L.




