El origen de todo (el flechazo) fue una remezcla, que derivó en muchas horas de trabajo escondidos en Sanlúcar la Mayor, entre Sevilla y Huelva. El productor Santiago Gonzalo, alias Bronquio (Jerez de la Frontera, 1991) y la cantaora Rocío Márquez (Huelva, 1985) firmaron Tercer cielo en 2022, un disco destinado a levantar ampollas en los puristas y a perdurar en el tiempo, fusionando palos del flamenco con música electrónica.
Tres años después de aquella insolencia, Bronquio invierte su tiempo en trabajos de producción y en composición de bandas sonoras (puso la música a Golpes, película estrenada en la pasada Seminci), y Rocío Márquez acaba de estrenar nuevo disco (Himno vertical); sin embargo, a la mínima oportunidad que tienen sacan a pasear la performance con la que siguen divulgando las diecisiete canciones que alumbraron juntos. Social24Horas charla con el artista jerezano en la semana de su actuación (viernes 19 de diciembre, 20:30) en la sala Concha Velasco del Laboratorio de las Artes de Valladolid (LAVA).
PREGUNTA. Tercer cielo es un proyecto muy osado: ¿la música es para valientes?
RESPUESTA. La música para mí es la expresión de una pulsión misteriosa que tenemos dentro, y la valentía está en sacar eso hacia afuera, aun temiendo lo que puedan decir de ti. Hay que priorizar lo que tienes dentro antes que la opinión externa. Cuando sacas algo de verdad de adentro, suele tener una buena acogida.
P. Cuentas que de pequeño te llegaban ecos de la música electrónica que escuchaban tus hermanos. ¿Qué es lo que sonaba en casa?
R. Tengo la suerte de tener hermanos mayores, un hermano y una hermana, y sobre todo mi hermano siempre fue muy melómano desde pequeño. Yo tenía seis o siete años cuando mi hermano era ya adolescente. Yo escuchaba mucha música de él. Había de todo un poco, pero es verdad que la electrónica, que es a lo que me dedico ahora en mayor parte, aunque de pequeño no la llegara a disfrutarla, la disfrutaba por estar acompañando a mi hermano haciendo algo. Pero claro, eran unos códigos que yo, para esa edad, no terminaba de comprender. Prefería otras cosas, como los Beatles, con una melodía más reconocible. Recuerdo de pequeño escuchar algunos discos de Björk, que aunque sea una música vocal tenía ya mucho de vanguardia en aquel momento. Me acuerdo de Aphex Twin también. Algo de Kraftwerk.
P. ¿Kraftwerk con seis años?
R. Cuando era muy pequeño, tío. Mi hermano me lo ponía mucho en el coche, también de preadolescente. Yo no tenía juicio al respecto, era una música extraña, no me fascinaba en aquel momento pero como lo escuchaba mi hermano, era lo guay. Con el tiempo empecé a interiorizar el discurso y empecé a disfrutarla.
P. Una educación musical exquisita.
R. Era una música como muy mental, muy cerebral. Eso me sirvió para que, cuando yo ya me puse por mi cuenta a investigar la música, por lo menos algo ya me sonara. El primer shock que uno tiene al escuchar este tipo de música, de alguna manera yo ya lo había traspasado en una edad más temprana.
P. Esta música electrónica era una manera de estar en familia.
R. Exactamente, era algo que me vinculaba de una manera directa con él, y con la familia en general, también mi madre.
P. Me intriga mucho cómo fue la primera conversación que tuviste con Rocío sobre Tercer cielo.
R. Yo a Rocío no la conocía personalmente. Alguna vez habíamos coincidido en algún sitio, pero nada más allá de un saludo protocolario. Ella sacó el disco Visto en El Jueves, en 2019, y el sello discográfico, que por aquel entonces era Universal, me llamó para hacer un remix de una pieza del disco, Empezaron los cuarenta, que es una rondeña. Y yo dije que sí. Cuando me mandaron las pistas para hacer el remix, pues estaba la pista de la voz y solo unas pocas pistas más, porque era un tema solamente de percusión: había una pista que era nudillos, otra que era escalera (porque le daban unos golpes a una escalera), otra que era cenicero. ¿Qué pasa con esto? Que yo no tenía material suficiente para hacer un remix.
P. ¿Y cómo te las apañaste?
R. Más que un remix, yo lo concebí como una pieza nueva. Utilicé todos estos elementos para la percusión y obviamente la voz, pero prácticamente hice una pieza nueva. Menos la voz, todo lo demás empezaba prácticamente desde cero. Entonces cuando yo esto se lo mandé a Universal, al sello parece que le gustó y a Rocío también le gustó mucho. Un día ya nos conocimos en persona, y dijimos lo típico que se suele decir de ojalá algún día hagamos algo juntos. Porque si yo aquello lo había hecho de manera unilateral, con las pistas trabajando desde casa sin su participación directa, pues si nos juntásemos los dos seguramente saldría algo bonito e interesante.

P. Gracias a Dios llegó el día en que hicisteis algo juntos.
R. Todo esto lo hablamos prepandemia, y cuando llegó la pandemia pues ella me llamó, y su mánager se puso en contacto con el mío para organizar un encuentro. Teníamos mucho tiempo y el futuro tampoco estaba muy definido por aquel entonces. Decidimos hacer encuentros allí en su casa, en el campo, para ver qué salía. Tuvimos muchísimo tiempo de creación y de aprendizaje mutuo para hacer un montón de canciones.
P. El resultado es palpable y es fantástico, pero llevarlo al escenario supongo que supuso todo un reto.
R. Cuando mandamos el disco al sello para la fabricación y para subirlo a plataformas, no teníamos ni idea de cómo íbamos a llevarlo al directo. Cada pieza del disco tiene una instrumentación muy diversa. Es música electrónica pero también contamos con muchos músicos para que grabaron, y con palmas, en fin, con mucha tímbrica, y yo solo soy una persona con un ordenador. Con los instrumentos toco de todo un poco pero en nada soy un virtuoso, estoy muy lejos de ello. No sabíamos muy bien cómo plantearlo. Entonces optamos con el formato de ella cantando y yo con el ordenador jugando con el Ableton Live, que es el programa que utilizo tanto como para producir como para hacer música en directo. Ante el miedo de que pudiera parecer un karaoke, o el típico formato del rapero que lleva el dj detrás, contamos con el coreógrafo Antonio Ruz y con Benito Jiménez, que es un genio de la luz, de la narrativa de luces. Queríamos arroparnos con un estímulo visual.
P. El resultado final parece una performance.
R. Sí, es algo muy performático. Sobre todo muy performático en formato de teatro, que es el que vamos a hacer en Valladolid. Lo bueno de este espectáculo es que, reduciendo este aspecto performático también hemos tocado en muchos festivales al aire libre. La música tiene mucha presencia en el espectáculo, con buen volumen, sin la escenografía de los teatros pero sí con el trabajo de luces de Benito.
P. Sobrecoge también la conexión que tienes con tu amiga Livia Marín (41V1L), que participa en el disco. Cuando te juntas con ella formáis un dúo con una electricidad muy difícil de encontrar. ¿Desde cuándo os conocéis?
R. Livia y yo nos conocemos desde pequeños, desde chiquitísimos. Mi madre y sus padres son amigos, son de la misma pandilla. Yo me ponía a jugar con la hija de esos amigos, que era Livia. Después por circunstancias de la vida cada uno se fue a estudiar a un sitio y perdimos un poco el contacto. Alrededor de 2015 vi por Facebook que estaba haciendo música y me puse en contacto con ella. Empezamos a sacar canciones, aunque nunca hemos hecho conciertos. Una de esas canciones es De mí, que sale en Tercer cielo.
P. Un clásico moderno ya esa canción.
R. El año de Tercer cielo fue el año que saqué el primer disco con 41V1L (Sea lo que sea), y en un principio esta canción la íbamos a sacar en ese primer disco con Livia. Cuando yo empecé a quedar con Rocío, teníamos mucha voluntad de hacer cosas, pero aún no nos conocíamos musicalmente. Ante el miedo del folio en blanco, hablé con Livia y le dije que, como era una rumba, se me había ocurrido enseñarle a Rocío la canción. A Livia le pareció genial la idea. Es de las canciones que más se escuchan del disco.
P. Me temo que Livia no está presente en los directos, claro.
R. Qué va, qué va, qué va.
P. Estoy dispuesto a pagarle el AVE solo para verle cantar esa canción.
R. Ya, sería la bomba porque, además, en directo la canción la canto yo. A Rocío le pillaba mal el tono de la parte de Livia, y, tío, cuando estábamos ahí viendo cómo hacíamos el directo me puse yo a canturrearla, y Antonio Ruz, el coreógrafo, dijo “decidido: la cantas tú”. Y, nada, me ponen ahí el autotune echando humo.
P. Me encanta que todo haya empezado por la familia y que acabe con 41V1L, que también es familia; y me alegra rematar con otro acto de valentía. Cantar De mí también es para valientes.
R. Cada vez que llega ese momento, igual se me nota en el teatro, me digo quién me mandó a mí coger el micro aquel día. En aquel momento me pareció una buena idea. Eso sí es un acto de valentía para mí, lo admito.

Víctor David López




