Estamos acostumbrados, como seres humanos que somos, a establecer rígidas taxonomías acerca de lo que nos rodea… En no pocas ocasiones, me he encontrado para mi gran decepción y también risa, esas tiendas de moda que dicen que sus productos están indicados para un público de tal, a cual edad…
En épocas pretéritas, la cosa era aún peor… El niño que nacía bien, con todos sus atributos era normal… Todo aquel que no se ajustaba a los estándares, ya era subnormal… Por suerte, hoy en día, esa subnormalidad, tiene muchos nombres: autismo, discapacidad visual, parálisis cerebral, etc.…
Esas palabras, que ayudan, sin duda a los profesionales como maestros, psicólogos infantiles, o psicopedagogos a establecer su labor terapéutica, son a mi juicio, bastante etiquetadoras cara al conjunto de la sociedad…
A modo de anécdota, creo que no tan graciosa por cierto, Hace poco un conductor de la línea urbana del autobús, que yo tomo normalmente para asistir a mis clases de pilates en la universidad, me sugirió que si yo quería que me parase, yo debía de llevar un cartel indicando donde debía parar, y qué línea debía coger…
Esto, sin duda es etiquetar… Una sociedad no debe tender a que sus individuos porten carteles que hagan ver su condición, ni que tengamos que llevar el historial médico hasta para ir al baño…
Una sociedad inclusiva, tiene que aceptar las diferencias como algo beneficioso, los retos, como algo emocionante, y solo así lograremos una auténtica y verdadera inclusión
Las etiquetas para las conservas…

Leave a comment