La noche lluviosa del viernes 21 de febrero no animaba a salir de casa en Valladolid, pero más de setenta personas eligieron sacar tiempo para hacerse preguntas en una nueva cita de Entre Copa y Teatro en el Gondomatik. Allí tuvieron la ocasión de presenciar seis montajes en pequeño formato: algunos de ellos son trabajos en proceso, que van creciendo ante los ojos de los espectadores, en tiempo real. Es el más genuino de los cara a cara.
El cartel de la velada de microteatro fue, en su primera sesión: “Groenlandia evaporada”, de María José Beltramo, con las actuaciones de Isma Fuertes e Isabel Sevillano; “Limpiar la sangre” (monólogo de “La vida secreta de las palabras”, de Isabel Coixet), dirigida por Ángela Álvarez, interpretada por Silvia López; y “Tiempos modernos”, de José Luis Alonso de Santos, interpretada por Alicia Arróniz y Paula Pérez. Para la segunda sesión quedaron “El trato”, de Danna Robles y Damián Velasco; “Gala de premios”, de Pablo Vázquez Birba y Rena Somodevilla, interpretada por Pablo Villegas; y “Quiero dejarlo”, de L. Almohalla, con Ian Ramírez sobre el escenario.
Durante dos horas, con intervalo entre ambas sesiones, se sucedieron emociones de lo más diverso (con la dificultad extra de necesitar transmitirlas en una muy breve fracción de tiempo): el silencio sepulcral ante relatos de terror y guerra (“Limpiar la sangre”) con música dance italiana de fondo; las ocurrencias de una monja con camiseta de Oasis, o los vaivenes de alguien a punto, muy a punto, de dejar a su psicóloga. Uno de los pasajes más aplaudidos, sin duda, fue el soberbio despliegue de talento del actor Pablo Villegas (“Gala de premios”), en el peor momento para una entrega de la estatuilla al mejor actor: recién llegado del funeral de un compañero (qué bien hilados tantos momentos hilarantes).
Las actividades del proyecto Entre Copa y Teatro arrancaron en Valladolid en 2023 con el objetivo de brindar un espacio en el que mostrar escenas y pequeñas obras realizadas en la Escuela Superior de Arte Dramático, que a menudo se quedaban en las aulas y merecían un espacio donde poder encontrarse con el espectador. No tardaron en sumarse muchos otros artistas ajenos la ESADCYL que también necesitaban ese espacio. Su perseverancia es una buena noticia para el teatro pucelano.

El público que eligió salir de casa para ir a ver estos montajes en el Gondomatik en medio de esta desapacible noche de viernes tuvo la oportunidad de reflexionar sobre las dispares temáticas que circularon por escena. Algunas fueron puro humor blanco sin pretensiones, y otras permanecerán un rato más en la cabeza dando vueltas. Es el caso del original modo (“Groenlandia evaporada”) de colocar a un padre y a su hija frente a la frontera de dudas entre la infancia y la adolescencia, y entre la adolescencia y la edad adulta. “El tipo de preguntas que no podrías hacerte en Nueva York porque no tendrías tiempo”, le dice el padre a la hija, ya como recurso desesperado, consciente de que está a punto de verla echar a volar.
La gran mayoría del público que presenciaba los espectáculos hace poco tiempo que experimentó ese mismo salto al vacío. Esa media de edad tan baja de los espectadores fue, sin duda, otra de las buenas noticias de este rato de microteatro.
V.D.L.